Al despertar, tras un sueño intranquilo, me encontré en mi cama como un monstruoso insecto. Echado sobre duro caparazón de mi espalda, al alzar un poco mi cabeza vi la figura convexa de un vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades, cuya prominencia apenas podía aguantar la colcha, con innumerables patas escuálidas en comparación con el grosor ordinario de mis piernas, mis ojos ofrecen un espectáculo de una agitación sin consistencia.